lunes, 5 de noviembre de 2012

A la France 2.0

 Hace unos días os contaba un poco cómo fue el trayecto desde Madrid hasta el percance del bocadillo. Desde ahí poca historia hasta Irún.

En la última ciudad de nuestro querido país de pandereta, pero al fin y al cabo, nuestro, paramos a repostar y a comprar unas cosas para una persona (Adrián) que aún no conocíamos y que va a ser importante en esta historia.
Voy a tratar de introduciros lo mejor que pueda a este nuevo personaje de mi película. JD, el hermano de Manu, había hablado con Adrián para que Manu pudiese quedar en su casa con Jerry, el perro, durante unos días, mientras encontraba una piso. Yo, me iba a quedar con Bea, en su residencia mientras Manu encontraba un piso, luego me quedaría con él y con Juan (del que os hablaré más adelante).
JD nos llamó durante la semana para que hiciésemos un favor y le llevásemos a Adrián quicos, palomitas de microondas con mantequilla y cerveza Cruzcampo. (nos equivocamos y compramos San Miguel, que donde va triunfa y no podíamos fallar.)
Paramos en el Alcampo de Irún. Ongi Etorri se podía leer tras cruzar la entrada, me iba haciendo una idea de que a partir de ahora iba a tener que hacer un esfuerzo por comprender todo lo que me rodea. Iba a tener que zambullirme en una nueva lengua prácticamente a ciegas. Sabía que sería difícil la cosa. No me iba a Angers de vacaciones, tenía una fecha de caducidad, estaba a expensas de encontrar un trabajo para poder quedarme. Para ello obviamente necesitaba hablar francés, cosa que no hacía, pero para aprender francés necesitaba tiempo y para tener tiempo necesitaba un trabajo. Así sucesivamente, entrando en un bucle que parecía no tener fin.
Contradicción en Alcampo. En la parte de arriba "Ongi Etorri" (Bienvenido), abajo prohibido pasar.

- Doce euros con sesenta y dos céntimos.- dijo la cajera sacándome de mí reflexión. Metí las palomitas y los quicos en una bolsa mientras cogía con la otra mano el pack de 6 litronas de San Miguel. Salí del supermercado y allí encontré a Manu con Jerry dando un paseo por el aparcamiento aprovechando la parada. Subimos al coche y continuamos la marcha hacia tierras galas.

Una de las cosas que más nos llamó la atención además de decepcionarnos es que la frontera se ha convertido en un peaje cutre con 4 policías  Teníamos un poco de miedito porqué íbamos con el coche hasta arriba de bultos y el perro, pensábamos que nos iban a parar a preguntarnos, registrarnos o algo. Nuestros ensayos de excusas y explicaciones se las tuvimos que dar a una máquina automática que nos dijo:
-Trois euro et vingt- metimos las monedillas que teníamos en una especie de bandeja, que chupó el dinero como una aspiradora y continuamos la marcha con una sensación de entre alivio por no tener que dar explicaciones y de sentirnos estafados por que no era una aduana como las de las películas ni los aeropuertos.

Camino de Angers, tras pasar la "frontera" nos dimos cuenta de que aquí deben cortar mucha leña, nos encontramos por lo menos con 25 camiones de esos, tipo destino final, llenos de troncos. Manu los adelantaba lo más rápido que podía porque le daban miedito. Paramos una vez más en una zona de descanso cerca de Burdeos. Durante todo el trayecto discutíamos que significaría eso de "rappel" que venía debajo de las señales de limitación de seguridad llegamos a la conclusión equivocada de que significaba "prohibido ir a más de..." y pensamos: "que apañados estos franceses todo lo que dicen con una palabra".

Tras salir del área de servicio, llamamos a JD para que nos diese el teléfono de Adrián. Eran las 22:30h, la previsión de llegada eran las 12 de la noche y teníamos muy claro que Manu y Jerry iban a dormir en su casa. Pero nada más lejos de la realidad.
JD nos dio el teléfono de Adrián, lo agregué a mí libreta de contactos y comencé a escribir por whatsapp. Su respuesta:
-Hola, no soy Adrián, me llamo Pablo, soy de Madrid y estoy hasta la polla de que me escriba gente de Sevilla y de Francia preguntando por Adrián-
Obviamente, nos pareció graciosísimo vacilarle un rato, pero el Karma decidió devolvérnosla  mostrando su poder ante Manu.

Añadimos el +33 al número que nos habían dado, nos pidió que le llamásemos a partir de las 23h, así que eso hicimos.
Manu conducía ajeno a la conversación que estaba teniendo por teléfono y empezó a mirarme con preocupación (obvia) cuando dije: -¡¿Que no se puede quedar?!- Me despedí educadamente y colgué el teléfono. Ahora me tocaba explicarle a Manu el asunto.
-¿Qué pasa?
- A ver como te explico, dice, que no te puedes quedar, que no tiene sitio.
Manu pensó que era una broma aquello que le estaba diciendo, pero mi gesto serio, le convenció rápido de que aquello no era una broma. Tratamos de arreglar un plan B, escribimos a Elena (otra persona importante de nuestra historia) que vive en la misma residencia que Bea contándole lo que había pasado. Tratamos de convencerla para que dejase a Manu y al perro entrar a dormir a su cuarto, sabíamos que era un poco locura, pero aún así lo intentamos.

Elena, que vino a recibirnos con Bea al aparcamiento de la residencia no accedió finalmente a nuestra petición. No quería arriesgarse a liarla y que la echasen de la residencia, era totalmente entendible. Manu estaba allí contrariado porque no sabía sí se la había jugado Adrián, JD, su propio hermano o si efectivamente había sido el Karma. De lo que sí empezaba a tomar conciencia era de que le iba a tocar pasar una noche en el coche.

En dos meses nos habíamos visto una semana así que me fui a dormir al cuarto de Bea.  Dejamos a Manu y a Jerry con varias mantas y almohadas en el coche, tras hablar sobre a que hora nos levantaríamos para empezar la búsqueda de piso con Juan (lo mencione antes, adelanto que es el tercer integrante del trío homeless, el resto lo dejo para la próxima entrada.)

Cerca de doce horas hacia nuestro destino final, Angers (recordad lo del destino final, porqué más adelante os contaré una semana rara rara). Dos desconocidos, 1100km, el bocadillo de albóndigas, mí reencuentro con Bea y una noche inesperada en el coche para Manu , fue lo que dio de si este peculiar viaje. 

Llevo tiempo sin saber nada del fin del mundo, sólo se que se acerca la fecha. Espero que nos avise, no vaya ser que aparezca y yo con estos pelos.




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